martes, 15 de abril de 2008

¿Tu pasado nos condena?


Asegura una frase popular que lo importante no es ser el primero en la vida de la mujer amada, sino el último.

Ahora bien, hay hombres que se enamoran de Julietas que se divorciaron diez años antes o cuyo finadito hace tiempo que está contemplándole la raíz a la lechuga.

Pero si se topa con una recién separada (cuando todavía la parte de la cama que le tocaba a él, está tibia) y fue ella la que le sacó tarjeta roja, chicos, hay que armarse de paciencia.

Why? Porque hay sujetos que no se resignan a que su pareja le haya colgado la galleta. 0 lo que es peor, no pueden creerlo. En su demanda exigente de reconstrucción del vínculo parecieran gritar:

“¿Quién te dio derecho a dejar de quererme?”. Si para ellos, la chica era parte de su hacienda, se preguntan: “ si el perro, el auto y el terreno no se piantan, ¿por qué la mina si?”

Entonces intenta reconquistarla pareciéndose a Richard Gere en el final de “¿Bailamos?”, o presionarla con el estilo mafioso de Robert de Niro en “Los Intocables”, o prueba el juego de las lágrimas como María Aurelia Bisutti en “Nostalgias del Tiempo Lindo”.

Lo que muchos varones son incapaces de entender es que las mujeres son como la tienda Gath & Chaves: cuando bajan la cortina es para siempre.

Tal vez nos dieron mil oportunidades y no las escuchamos.

No hay rebobinado, repechaje, borrón y cuenta nueva, tiempo de descuento, definición por penales, re-elección, nada. Ella dijo adiós y es un hasta nunca. Pero el “ex”, con la misma violenta ingenuidad con la que un bebé reclama la teta de su madre, apela a la mediación de sus ex suegros y ex cuñados, amigos comunes, el cura del barrio y la primera maestra de la dama. Ya no sabe qué aliado encontrar para que la haga recapacitar y la convenza a Julieta de su error. Pone pasacalles frente al edificio donde ella vive, le envía e-mails, ramos de flores, se le aparece como un fantasma en la puerta de la casa, a la salida del trabajo, en la casilla de mensajes del celular, en la clase de gimnasia jazz.

Al principio el nuevo novio empieza a calcular cuántos años de hospedaje en el penal de Sierra Chica le corresponderían por tomar del cuello a este intruso sentimental y “hacerlo percha”... pero hay un insólito instante, pequeño pero real, en el que ese maldito nos conmueve.

Es ese segundo de contagio afectivo, ese punto ciego que nos une a él en el recuerdo de aquel día en el que pretendimos ser perdonados de nuestros errores y miserias y no lo logramos. 0 esa desilusión de ser abandonados a pesar de haber cumplido con todo lo que ella soñaba. En síntesis, el momento de entender que no existen hechos o comportamientos que garanticen el amor de una mujer. Y que hoy nos toca a nosotros la bendición de su mirada, pero mañana, quién sabe, tal vez podamos volver a estar en el lugar del que quiere regresar a ese espacio del que fue desalojado sin entender del todo porqué, y para siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, es tal y como tú lo cuentas. Pero no lo veo tan grave. Cada noche que me acerco a mi bar favorito, mi segunda casa, se cruzan ante mi inquieta mirada nuevas Julietas que consiguen que mi corazón palpite de nuevo nervioso.
El amor para siempre quizá exista, la probabilidad matemática de que suceda está ahí, pero la realidad nos dice que todo cambia cada día, todo se transforma, y el deseo alcanzado queda pronto destronado para ser alimentado de nuevo y dar así sentido a nuestra existencia.
Hay que amar a cada Julieta como si fuera la única en el mundo, y cuando se marche, buscar a la nueva Julieta y amarla con la misma intensidad. Así hasta el fin de los tiempos.
JL

Anónimo dijo...

ella es muy guapa.