martes, 25 de diciembre de 2007

La felicidad no es femenina


La palabra la Felicidad no es femenina. No les es posible este estado emocional a las mujeres, salvo en algún instante en el que la dicha las toma desprevenidas. Sí, ellas son las autoras incansables de expresiones como: “vos no me entendés” (al marido), “no sabes lo que me hizo” (a una amiga), “estoy confundida, no se lo que quiero” (a su terapeuta), “para ellos todo es más fácil” (a la modista) , “¿enojada yo? para nada” ( a la sociedad entera).

Son así, cualquier varón que haya estado casado un año entero podría firmar esta página. Pero imaginemos porqué y qué se dice por ahí sobre el asunto.

En primer lugar las minas nacen, y como a todo mortal, su mamá les mete la tetilla en la boca para darles el alimento salvador y el afecto. Pero resulta que ellas durante este inicial acto de ternura materna alucinan, y experimentan un momento de satisfacción mítico y de completitud extrema, tan magnífico, que se vuelve irrepetible. Es decir, que cuando a las tres horas venga la segunda mamada inaugurarán en su pensamiento incipiente la primera de sus frases célebres: “ya no es lo mismo”.

Luego a las niñas se les viene otro problema, y es que aunque ninguna se llame Electra, igualmente sentirá un amor excesivo hacia su padre, el ídolo, el perfecto, pero a su vez se le presentará como soporte para la identificación, su madre, a la que ella debería parecerse, y que en este caso es la rival. ¡Ay qué horror!, exclamaría mi abuela. ¿Si zafan bien de este embrollo? No sé, pero seguro salen inaugurando una nueva pregunta: “¿y a mi quién me va a querer?”.

Tiempo después van a la salita de cuatro y descubren que los nenes vienen con pitito y ellas no, y la duda angustiante será: “¿a mi quién me lo cortó?” y antes que obtenga una rápida y sabia respuesta acuñará otra huella en su vocabulario: “a nosotras nos fabricaron mal”.

Después ellas crecen y van al colegio y se enteran al estudiar Historia (aunque no se los cuenten literalmente) que la mujer como tal, durante siglos no existió. Es decir, que una vez echada Eva del Paraíso por dejarse tentar por la serpiente, la imagen femenina fue obliterada y reducida a una doble misión legal y cultural: la de reproducción y servir al hombre. Entonces, ahora, su gran interrogante será: ¿cómo decir no sin culpa?.

Pero al encender el televisor su mirada da un salto oceánico y ve que las jovenes aparecen distribuidas en pechos y colas, bailando por un sueño, con sus cuerpos saturados de sexualidad. Y encima hay otra tercera clase de dama posible, descubre, una que se viste a veces con traje sastre y puede ser presidenta de un país. Y entonces su cabecita se ve invadida por una nueva interrogación: “¿qué corno es ser mujer?”.

En fin, por suerte las distintas religiones insisten con que la felicidad siempre nos espera en la otra vida, así que, a no desanimarse chicas, por ahí en la cuarta dimensión están todas las respuestas

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanto tu pagina te felcicito!!!