Las elecciones en la Argentina han presentado un interesante panorama en el que dos mujeres se disputaban hasta hace unas horas, la posibilidad de gobernar el país. Ganó una de ellas y la otra pasó a ser la cabeza de la principal fuerza de oposición. En síntesis, la discusión política en los próximos cuatro años no estará entre un Abel y un Caín, sino entre Cristina y Lilita, según del lado en que nos pongamos.
¡Al fin llegó ese momento esperado por muchos que creemos que la mujer es más inteligente, capaz, coherente y valiente para gobernar, que un hombre!.
Finalmente el mundo entró en el anunciado siglo de las mujeres.
Pero claro, nunca nos salvamos de tener un aguafiestas al lado. Yo tampoco y es mi amigo Javier. No tengo que aclarar que mi hermano de la vida es muy machista, y es probablemente el autor de esa frase que asegura que “cuando una mujer sufre en silencio es porque el teléfono no le anda”. Y si. Mientras los diarios de la Tierra destinan metros de papel a nombrar a todas las minas presidentas de hoy, de países remotos y extrañas latitudes, tengo un camarada que irónicamente se imagina como será el planeta que se viene, donde gobernarán las mujeres. El afirma que todas las damas que llegan al poder lo hacen en la edad de la menopausia, lo que ocasionará problemas porque van a estar ciclotímicas, histéricas, emocionalmente imprevisibles, inestables y víctimas de los designios de sus hormonas y de las fases de la luna. También asegura que van a gastar mucha plata en ropa y peinadores, y que en la grandes reuniones de la OEA, la ONU y otros organismos que empiecen con “O”, ellas aprovecharan el espacio solo para compartir información de nuevos maquillajes, tratamientos rejuvenecedores no invasores, y de los únicos regimenes que van a hablar no serán políticos sino para adelgazar.
Ya se imagina a la presidenta de Argentina diciéndole a la de Chile: “mirá a la Hillary el vestido negro horroroso que se trajo, ¿se le habrá muerto algo a Clinton?” a lo que Michelle podría responderle: “¡peor se vino la Ellen Johnson, presidenta de Liberia, con ese turbante ridículo que parece diseñado por Versace después del atentado!”.
Y si, Javier es un recalcitrante. No sería extraño, sigue imaginando mi compañero de aventuras, que pronto el costo de la depilación y el cavado sean contemplados en todas las obras sociales, y que los futuros maridos tengan que hacer cursos de cocina y limpieza para poder acceder a la libreta de matrimonio, aprendiendo el buen hablar repitiendo la frase: “hoy me duele la cabeza”.
En fin, chistes malos, burlas tontas, sí, los desconfiados del poder femenino, los asustados, deberían reflexionar que nunca ellas podrán hacerlo peor que los hombres, puesto que los varones ya cometieron todos los pecados habidos y por crearse cuando les tocó sentarse en el sillón de Rivadavia, y en esto tampoco podrán tirar a primera piedra.
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