
…¿Y te diré quien eres? ¿Tan simple, tipo causa y efecto?
Los estudiantes de Escenografía saben que una locación debe representar a un personaje, que un decorado intenta decirnos algo de la personalidad del protagonista, incluso antes de que entre en escena.
Pero volviendo, chicas, a la idea de “cómo será la persona que recién conocen, según decora su hogar”, empecemos por diferenciar los distintos modelos de situaciones que se les pueden presentar, porque entre los que gozan de un palacete en Barrio Parque y los que duermen en una caja de cartón bajo el puente de la autopista, pasa media humanidad. Ya que, reconozcámoslo, para decorar una casa primero hay que tenerla. Así que, aquellos que viven con sus padres, amigos, en lugares prestados u hoteles, hay que excluirlos de esta investigación.
Vayamos entonces a los que las invitan a su “nidito de amor”.
En lo que a hombres se refiere, les describiré el espectro.
Si el fulano es un divorciado recurrente, al entrar van a tener un impacto visual. Y esto se debe a que en su bulo han de hallar muebles de sus distintas convivencias, incluyendo algún cachivache que se trajo de los períodos breves que pernoctó en lo de su mamá, entre dichas separaciones. Allí notarán cómo suelen compartir un living sin pelearse un sillón estilo Luis XVI, un combinado musical de los 60, una mesa estilo country de caña y mimbre, y veladores futuristas con aspecto de extra-terrestres.
En el lado opuesto de la vida es posible que las tiente un muchacho que posee todo extremadamente ordenado, las obliga a usar patines de franela para caminar y los azulejos de su baño están lustrados a mano. No insistan, es gay.
Otra arista del tema nos muestra a los que hacen de su hogar un lugar de paso: jamás una planta, una flor, un pajarito, nada que haya que atender porque no se tiene tiempo. Nunca encienden el horno porque no cocinan y en la heladera solo hallarán una leche vencida. No usa lavarropas, y consume todo lo que venga en saquitos, polvito, pomo, o sachet. Sépanlo, es el de estilo marinero: lo espera una novia en cada barrio.
También están los artísticos, aquellos cuyo departamento parece el camarín del carnaval de Venecia, un pleno taller de máscaras, trajes de óperas, libros sosteniendo macetas, videos de conciertos apilados en el toilette, atriles, caballetes, zapatillas de danza. No insistan, su único amor está entre bambalinas.
Otra opción es la del tipo platudo de cuyas paredes cuelgan obras originales de pintores cuyos nombres desconoce, y aunque no tenga novia ya decoró la habitación de su futuro hijo varón. Huyan, para él ustedes serán apenas una inversión a futuro.
¿Cuál es el único recomendable, me preguntarán?: Aquel que les ofrezca un espacio vacío y les diga: “decórenlo ustedes como quieran”. Ese es el mejor, porque sabe que en el mundo occidental el hombre propone y la mujer dispone. Lo demás es silencio.
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