sábado, 16 de agosto de 2008
Al final...tener 40 era bueno
Después de los 40, los hombres son más felices que las mujeres. Esta es la conclusión de un estudio realizado en una universidad de Estados Unidos, y en otra de Inglaterra. Según el informe, los varones disfrutan de su plenitud económica en la madurez, en cambio las minas comienzan a preocuparse por el deterioro de su aspecto exterior. Si trasladamos eso a nuestros pagos, me pregunto si es cierto que los tipos de esa edad ya tenemos la vaca atada y el ternero también. Y en cuanto al menoscabo físico de la mujer, ¿es real o todo es producto de la incomprensión de lo natural, propia de nuestra cultura?
Dado pues, que de la mujer se prepondera su imagen sexual en los medios, y tiene la obligación social de responder siempre a ciertos parámetros estéticos, no es extraño que después de los 40 ellas empiecen a sentir que cargan con el peso del imaginario masculino sobre sus cuerpos. Y para peor, la desnudez ha sido femenina por excelencia en toda la historia del arte y la pintura.
Por eso ellas registran en este aspecto su permanente desventaja en relación a nosotros. Y en parte tienen razón. Los tipos podemos quedarnos calvos, ellas no. También nos hace atractivos lucir algunas canas y hasta portar una pancita erótica. Algunas damas, por el contrario, alegan sufrir los embates de la ley de gravedad y luego de los 40, salvo que luchen denodadamente para evitarlo, se les caen la cola, las lolas, y el ánimo como las torres famosas después del atentado. Y no hay pastillita azul que se las levante.
Si a ellas les salen arrugas sobre los labios, cuentan que se les sube el lápiz labial para arriba, como a Piñón Fijo. Los machos se dejan el bigote y listo. A ellas, si tuvieron hijos se les acerca el período del “nido vacío”. Si en cambio no fueron madres, se les acorta el tiempo de serlo.
Pero mejor hablemos en serio. Que la vida no tiene un sentido explícito y encima nos vamos a morir, es un saber que nos persigue desde que nacemos, como la música de fondo de los noticieros, pero nos joroba más después de los 40, porque la mediana edad nos encuentra a veces perdiendo ese empleo y esa pareja que era para toda la vida, descubriendo una nueva vocación, superando una seria enfermedad física, estrenando una nueva mirada del mundo. Hombres y mujeres por igual.
Frente a esto, las ciencias, las filosofías y las religiones, en sus distintas corrientes, nos proponen dos maneras de ver al bicho humano. Una de ellas es percibirlo como un objeto a reparar, la otra es enfocarlo como un sujeto deseante a desplegar. A mi me gusta la segunda, porque concibe a la persona como un ser en situación, configurándose permanentemente, aprendiendo, evolucionando, rumbeando hacia la antesala de la libertad. Esto es lo que nos da felicidad a toda edad, plenitud, aunque en el fondo sepamos que estamos haciendo muchas cosas, muchas, para que la nada que nos espera parezca injusta.
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