Niños en cuarentena

¡Estalló la emergencia sanitaria! podría declamar un canal de noticias rojas. ¿Y qué cambió con relación a una semana antes de las elecciones? Que ahora los funcionarios, los medios y la gente tienen una nueva estrella en su agenda: la gripe A, y todos nos convertimos en Jack Nicolson en Mejor Imposible, lavándonos las manos con alcohol diez veces por día.

Y sobre llovido mojado, dice la abuela porque…¡los chicos estarán un mes sin clases!. Con lo cual aquellas nonas generosas harán su tarea full-time convirtiendo los almohadones del living en carpas para hacer imaginarios campamentos, serán caballitos trotadores para que los más pequeños cabalguen sus espaldas todas las tardes, e intentarán el diálogo del garabato con crayones, con quienes se animen al dibujo como forma de expresar todas sus fantasías.

Los más creciditos harán estallar pantallas (del televisor, el celular, la PC, y cualquier otro aparatejo electrónico que sirva para chatear, usar la play station, ver películas truchas, navegar por las redes sociales, etc.).

En los 50, cuando sufrimos la epidemia de polio, la situación era distinta. Y si bien la calle era entonces un lugar de juego, la proximidad de otro niño que estuviera contagiado podía ser peligrosa. Pero entonces el ámbito familiar era del “ama de casa” cuya incorporación masiva al “afuera”, en el mundo del trabajo, era menor. Y los chiquilines solo podían ver El Cisco Kid en blanco y negro, doblado al mexicano, sin entender qué eran la salsaparrilla y los frijoles.

Hoy las chicas jóvenes al escribirle la cartita a la cigüeña ya tienen pensado “quién se ocupará de los críos” cuando ellas vuelvan a la actividad. El dilema se presenta cuando esos auxiliares de la crianza desaparecen, o como en este caso, se prolongan las vacaciones de invierno y para variar, se desaconseja llevar a los hijos a espectáculos públicos o lugares de concentración masiva de gente.

Pero las plazas, los parques, el campo, puede ser un buen espacio para que descarguen energías. Otra idea piola es que se apropien de las tareas del hogar: ordenar sus juguetes, ayudar a limpiar, participar en la preparación de las comidas.

¿Por qué cansarlos? Porque al estar los gurrumines mas descansados, no se duermen tan fácilmente y suele ocurrir que ingresen de golpe a la pieza de los padres mientras ellos están teniendo sexo. Qué explicación les darán en ese caso, no sé, pero de algo estoy seguro, ya no podrán retarlo tanto, solo porque se mete los dedos en la nariz.

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