martes, 16 de diciembre de 2008

Ciento por ciento efectividad


A principios de la semana pasada, estando lejos de Mendoza, el gordito que anuncia el pronóstico diariamente en el noticiero de las 7 am.,  nos previno con seguridad de que toda la semana iba a llover, a partir del martes. Ya pasaron casi diez días y nunca cayó una simple gota. Sus compañeros de programa lo felicitan diciéndole siempre que tiene “cien por ciento efectividad” en sus predicciones.


Pero veamos. Si un abogado pierde un juicio, o un economista no acierta con la profecía de negocios que hizo a una empresa, ambos corren el riesgo de ser despedidos.  ¿Cuánto dura en el aire una telenovela que tiene poco rating o en el banco un entrenador si el equipo pierde?  Hasta el mismísimo Dios es cuestionado cuando no cumple con lo que el feligrés se cansó de pedirle.


El único laburante que la pifia seguido pero jamás se queda sin empleo,  ni va preso, ni los Evangelios y la patria se lo demandan....es el meteorólogo. Si, es así, no me lo neguéis. Es el único profesional impune que existe en el espinel de todas las profesiones.


A la mañana uno enciende la radio y se entera de lo que el Servicio Meteorológico Nacional informa como pronóstico del tiempo. Nunca se equivoca, eso sí, cuando analiza lo que ocurrió la jornada anterior.  Pero a veces te están afirmando que hay una terrible neblina y uno por la ventana ve un cielo más diáfano que el de la canción Aurora. Y ni hablar de lo que se supone que va a ocurrir en las próximas horas. ¡Caerá granizo! Y no aparece en el aire ni una basurita para los ojos.


Me imagino que son expertos en climatología, gente que estudió años en la Facultad de Ciencias Exactas y que además cuenta con imágenes satelitales, radares, sistemas que miden el agujero de ozono en el espacio, la humedad del suelo en las pampas,  la velocidad de los ríos de la Cuenca del Plata y el grado de congelamiento del Polo Sur. Y hasta debe haber astronautas que les chusmeen desde la Apolo 69 como está soplando el viento.  Pero tanto saber, unido a un gran compás y reglas, mapas y gráficos, computadoras y programas,  no nos sirven para planear tranquilos un simple picnic en los bosques de Palermo el sábado por la mañana.


Frescamente te anuncian que no va a diluviar y todos los dibujitos de la contratapa de los diarios te muestran el solcito radiante como el de la bandera argentina. Pero llegaste en pantalón corto a la Costanera porteña o a la playa con bronceador y lentes oscuros.... y una nube negra te tapa todo, y al rato parecés Noé tratando de recordar dónde estacionaste el arca porque el maremoto te impide ver tu propio ombligo.


En otro momento te asustan con alerta de tsunami, temporales violentos,  tornados y alud de asteroides, y desarmaste un almuerzo al aire libre o te vas al micro-centro con paraguas, piloto, botas y flotadores pero.....hay un sol que raja la tierra y la avenida Corrientes se convierte en el Valle de Catamarca por diez días.


Te aseguran que la temperatura no superará los 17 grados y el pulovercito que  llevás te sirve para secarte el sudor cuando la sensación térmica llega a los 37 a las dos de la tarde.


Eso sí, por suerte en Mar del Plata compré un caballito de mar, un amuleto que cuesta dos pesos y que está azul cuando hay buen tiempo, rosa si se pondrá inestable y violeta si va a llover a mares. Y no da excusas porque no las necesita. Acierta. Ese sí que tiene cien por ciento efectividad.


Los meteorólogos podrían conseguirse uno, ver si las vacas miran el alambrado, los pájaros cantan a coro, o la mantis religiosa vuela nerviosa.


Pero dudo que lo hagan. Y no porque sean feligreses de la ciencia. En la época de los faraones hubieran perdido la vida, pero aquí y ahora, ni siquiera están obligados a pedir disculpas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ja! Ese meteorologo se equivoca muy pocas veces. Y si equivocarse en ese ámbito no es grave es porque la meteorolgía no es una ciencia exacta ni predecible al cien por cien, además las consecuencias no pueden ser tan graves como enviar a prisión a una persona por una causa injusta, quien confía ciegamente en la predicción de un pronóstico es un ingenuo.

Slds, buen blog, a veces me divierto.

Paula